Si bien a algunas personas les mueve la búsqueda del placer y la satisfacciones, existen otras que viven inmersos en ellos. Un amor feliz es una sola historia; uno en proceso de desintegración son dos o más versiones enfrentadas y contradictorias. Hay gente para la que solo hay o bien un único sol en el cielo, o bien oscuridad, pero también hay gente que vive en una noche llena de estrellas. En el pasado, la palabra romance designaba las historias caballerescas sobre viajes en los que se partía en busca de algo (“generalmente caracterizados por la presencia de hazañas heroicas, aventuras o misterios”). Este antiguo significado sugiere que los romances en el otro sentido (“relación amorosa”) también deberían moverse por el espacio y por el deseo. La comedia, dijo Aristóteles, termina en matrimonio, pero dado que el matrimonio no es el fin, el romance (en un sentido o en ambos) es lo que continúa después para no caer en la tragedia. En el núcleo de las historias que contamos podría no haber caídas, ni haber tragedias, solo un extraordinario crecimiento.