No hay nada que desilusione tanto como una esperanza cumplida y nada tan engañoso como una esperanza rehusada. Así, pues, teniendo conciencia plena de nuestra búsqueda un día se produce un cambio pequeño, uno de esos cambios que son tan pequeños que arrastran cambios grandes. Dejamos de preguntarnos si por fin hemos alcanzado el objeto de nuestros anhelos y nos damos cuenta de que todo estaba dentro de nuestro Ser y no fuera en el mundo. En ese momento se esfuma la separación entre nosotros y eso, entre el sujeto y el objeto, como dirían los filósofos. Y de repente vemos claro que la búsqueda es lo que uno es y será siempre.